29 octubre 2014

AÑO II - 22º SEMANA LITEL PIPOL

El otoño es una estación bellísima, que te invita a salir al campo, a disfrutar de él y si encima el clima es tan cálido como el que ultimamente estamos teniendo pues mejor todavía. 
Hace unos días decidimos irnos al Parque Nacional de Monfragüe para apreciar la maravilla del paisaje en esta época y además para ver la última novedad en este lugar, del que casi todo el mundo habla por esta zona: El acercamiento de los ciervos a los humanos para comer.
 Desde que me enteré de ello, comencé a hacer planes para ir y que los peques pudiesen ver de cerca estos animales.
A ambos les encantó, pero Álvaro se mostró decidido desde el primer momento y no dudó en darle un trozo de galleta.
La cierva sabía perfectamene a quien tenía que pedirle. Pero llevamos poquito, lo justo para hacer la foto y disfrutar del momento. No creemos que sea muy natural para este animal, que los humanos nos encarguemos de alimentarlos.
Al menor ruido o movimiento inesperado, la cierva se alejaba. Entonces era cuando Pablo le enseñaba su trozo de galleta.

Después de un rato, decidimos continuar con nuestra visita por el parque. De manera improvisada, sin la indumentaria adecuada, nos atrevimos a hacer una pequeña caminata cerca del río.


Los descansos siempre tienen una doble función cuando se va conmigo, no me vale sólo tomar un respiro y beber agua, hay que hacer una toma del instante.


Una vez que terminamos de caminar llegó la hora de la merienda. Monfragüe está preparado para recibir visitas con niños incluidos, así que os animo a conocerlo.
 
Junto al merendero pudimos acceder a una cabaña-mirador desde donde se observa y fotografía el roquedo que se encontraba enfrente. Aunque con los niños ya se sabe que estos instantes son muy cortos y más aún cuando se colocan en un lugar tan bonito al que no me puedo negar a fotografiar.

 En recuerdo de lo bien que se lo pasaron toda la tarde en Monfragüe, de lo que se rieron juntos, de las nuevas experiencias que compartieron, elijo la siguiente foto como la foto para Litel Pipol de esta semana.
Sus movimientos están tan sincronizados que hasta me asombro jajaja.

Durante la ruta en coche, nos fuimos parando en todos los miradores con aparcamiento. Con niños pequeños no podíamos arriesgarnos a hacer un trayecto largo andando por la carretera. Y pudimos disfrutar de lugares tan bonitos como éste.
Aquel fue el lugar ideal para hacernos la foto familiar, con la que además termino el post de hoy.

No puedo despedirme sin volver a animaros a visitar el campo, el bosque, rodearos de naturaleza en esta época del año. La disfrutaréis más que nunca. Nosotros tenemos que repetir muy prontito, porque con las altas temperaturas aún no había paisaje con colores otoñales.




22 octubre 2014

AÑO II - 21º SEMANA LITEL PIPOL

A raíz de una actividad escolar de Pablo, basada en los juegos populares, está hecha la siguiente sesión que os traigo hoy.

Esta semana tenía que rellenar una ficha donde respondía a preguntas del tipo: ¿A qué jugaba tu mamá cuando era pequeña? ¿Y tu papá? ¿A qué jugaban tus abuelos cuando eran pequeños?... Y añadir una imagen de uno de los juegos elegidos.

 La primera a la que entrevistó fue a mi y yo respondí que a la rayuela (llamado la semanita en Coria). Este verano le enseñé a jugar y casi todos los días, después de la piscina, le dedicábamos un rato porque le encantaba. Sin dudarlo me dijo que ese sería su juego favorito y el dibujo estaría basado en él.

Más tarde le preguntó a papá, el cual le respondió que a lo que más le gustaba jugar era a las canicas. Pablo nunca había jugado a ello, porque aunque teníamos canicas en las casas de ambos abuelos, no nos habíamos atrevido a enseñarle por miedo a que o él o Álvaro se los tragasen, pero ahora se hizo difícil no mostrárselo. Papá le estuvo explicando varias modalidades y él sencillamente lo flipó. Tras la charla con su padre, se vino a mi y me dijo: "Mamá lo siento, pero la semanita ya no es mi juego favorito, ahora son las canicas".

Y vamos que si lo fueron, desde que su abuela le dió un puñado de ellas Pablo no deja para atrás su bolsa. Vayamos a la finca, vayamos a Moraleja o al parque, las canicas o bolindres, como se dice en mi pueblo, van siempre con nosotros. 

Álvaro siente muchísima curiosidad por esas bolas, pero Pablo se niega a dejárselas y es que lo único que sabe es lanzarlas como si fuesen piedras. La manera de conseguir que lo dejase tranquilo fue dándole una bolsa de aperitivos.
Cuando su hermano se alejó un poco, pudo empezar a dar rienda suelta a su imaginación. Hizo un círculo en suelo, recordando una de las variedades de juego que le contó papá, pero el resto se lo inventó.
Los bolindres acabaron por transformarse en personajes que luchaban entre si. Él dirigía un escuadrón y yo otro.
Todavía no entiendo porqué siempre ganaban los suyos. Según él las canicas son suyas y el que manda y dice las reglas es él.Yo me limito a cumplir órdenes.
Hizo revolcarme en la arena, pero el momento lo merecía. Verle esa cara de ilusión por su nueva aficción no tiene precio. Por ello, la siguiente foto pasa a formar parte del albúm de Litel Pipol esta semana.
Junto a ésta foto están otras vientitantas realizadas por mis compañeros de Litel Pipol, así que si te apetece pasar te dejo el enlace: