Hasta que no he comenzado este proyecto, en el que llevo metida unos 15 meses, no me había dado cuenta de lo rápido que pasan los miércoles. Preparo un post, y al minimo despiste estoy preparando otro y otro... Desde entonces mis semanas comienzan los miércoles y se acaban los martes, que son los días disponibles para hacer fotos, editar y preparar el blog. Aunque en los veranos prefiero estar más tranquila, NO FALTAR, pero si tomármelo de una manera más relajada, adelantar alguna semana, incluso dividir las fotos realizadas un día para dos litel pipol. Ésto no lo había hecho nunca, pero hoy será la primera vez.
En el anterior post os presentaba una sesión familiar, con la que quise festejar el segundo aniversario de Álvaro. Aquí os muestro el antes de aquella sesión, lo bien que se lo pasaron en nuestra salida familiar y es que en las pequeñas cosas, en los detalles, en el día a día está la felicidad, sólo hay que saber apreciarlo y disfrutarlo.
Aprovechando que teníamos que hacer unas compras en Plasencia, decidimos pasar el día y cambiar de ambiente. Desde el coche Pablo vió un parque infantil que le encantó y nos hizo parar. Lo bueno de no ir con la agenda cerrada es que se puede improvisar en cualquier momento.
Álvaro parece la sombra de su hermano. Lo sigue allá donde vaya, lo imita en todo lo que puede y en lo que no puede lo observa para aprender. Es una etapa preciosa la que están viviendo ahora y más cuando Pablo le ayuda a conseguirlo, le corrije sus errores y no se enfada ni se molesta por tenerlo siempre detrás.
Como todo niño, cuando se llega a un sitio hay que explorarlo completamente y eso fue lo que hizo Pablo en esta foto.
Y como veis, Álvaro le siguió. Da igual que sea peligroso para él, si su hermano sube él tambien. Ésta ha sido la imagen elegida esta semana. Quiero guarda en mi album estos recuerdos, aunque espero que no sea sólo una etapa pasajera y que siempre estén el uno tras el otro, sin perderse los pasos.
Aquella pirámide de madera, o escalera de madera (no sé como llamarla) dió mucho juego, no sólo ellos le sacaron su jugo si no yo tambien.
Nos costó un montón sacarlo de allí, ambos se lo estaban pasando genial, pero queríamos hacer otra visita al parque de los patos y no nos iba a dar tiempo a todo. Álvaro era muy pequeñito cuando fuimos la última vez, así que alucinó con tanto pavo real, tanto pato. Como es de suponer, yo me volví loca haciendo fotos, aunque esta vez no a los niños, sino a los animales.
Tras la visita vinieron las compras y tras las compras la sesión que os mostré el miércoles pasado, así que si no lo has visto y te apetece, busca el anterior post.Un saludo y a seguir disfrutando de lo que nos queda de verano.